Fue a observar la olla nuevamente, todavía no se cocía por
completo, y entonces echó unos cuantos pedazos más pensando que le daría más
sazón. Sirvió perfectamente la mesa vestida con un bello mantel, y se puso sus
mejores ropas para comer. Sacó de la olla aquel pie y las vísceras que había echado
junto con las manos y delicadamente comenzó a comer...
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