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domingo, 5 de junio de 2016

Foto n°1 El pensamiento del cuarto gris y opaco




Veo pasar fragmentos de mi vida, y ahora me siento tan roto y tan vacío, lleno de escombros, polvo y una enorme rajadura. Quisiera descansar en una suave cama, volver a tener mis sueños, pero sólo está acompañándome una base de madera tan vieja como yo, mis lágrimas se derraman junto a la enorme grieta de mi corazón, ya nadie se refugia en mí, me tienen abandonado y sucio, tan descolorido, tan opaco, y a nadie le importa restaurarme, dejarme ver sus vidas viviendo en mí. Tan sólo soy un cuarto viejo, polviento, sucio y agrietado, en las sombras, en el olvido, con una base de cama vacía tan abandonada como yo, mi única compañera es ella, es lo único que me dejaron, los dos envueltos en la misma miseria por igual día tras día sin esperanza, sólo acumulando suciedad y tierra sobre nosotros, pero qué importa ya. Ya no hay pasos, ni color, ni adornos, ni risas, ni llantos. Ya no suenan voces en mi interior, ya no importa mi suelo limpio, ni mis muros intactos. Ahora me derramo en llanto cayendo sobre una de mis paredes, y me desquebrajo en una horrible e inmensa herida que nadie se preocupa por sanar. Ella sin colchón alguno tiene un gigantesco hueco entre su ser, sin rastro de que debería haber en ese espacio deshabitado, tan sólo se dibuja la sombra triste de su costado en mis muros, esa es mi caricia helada, un pequeño consuelo aunque creo que nos hace ver con más desdicha aún, pero no quiero que se la lleven, ni quiero el espantoso final que sé algún día nos llegará si siguen sin habitarme. Después acabaremos más deshechos, desmoronándonos, llenos de insectos y telarañas, pasará el tiempo y tal vez alguien nos vea, miradas de desprecio, miradas de tristeza, miradas que no consideran aquello como un posible hogar, miradas horrendas que tan sólo te consideran como un montón de asquerosa basura, miradas desalentadoras, miradas que te llenan pero que te llenan de un inmenso dolor, miradas que no te piensan, miradas que no te anhelan, miradas que no te desean para nada, miradas sin entusiasmo alguno, miradas con las cuales nadie quiere que los veas. Lo sé, nadie nos querrá más, nadie nos desea, tal vez alguien entre para hacernos garabatos o fumar o tomar, algo como un escondite del vicio, pero no como su casa, no como un hogar, quizás a ella se la coman los insectos o sino terminará aplastada bajo mis escombros después de que me agriete más y me parta por completo, terminaré cayendo despedazándome sin remedio alguno, y ya no podré vivir de nuevo esas alegrías, no volveré a ser un dormitorio, no seré más un cuarto, no seré nada más que escombros horripilantes, basura que ni siquiera quieren limpiar, terminará mi inexistente vida, mi propósito de existir, al final todo terminará.
Al entrar en aquel cuarto casi por completo vacío pensé, que si tuviera voz aquel cuarto qué es lo que diría, y me hizo sentir lleno de melancolía, recordando mi hogar y todas las cosas buenas y malas que viví allí, y viendo aquel lugar abandonado donde antes vivió una familia o tal vez varias, donde alguien habitó ahí e hizo innumerables cosas, donde hubo risas, silencios, ruidos, música, llantos, y ahora no hay nada, quisiera que ese cuarto me contara sus vivencias, qué es lo que pasó desde el tiempo que fue hecho, qué colores llevaba, si niños o adultos lo habitaban, qué clase de muebles ponían en él, qué tipo de personas pisaron su suelo, si colgaron posters, fotos o espejos en sus paredes, por qué tiene esa grieta tan grande y desde cuando se empezó a hacer, durante cuánto tiempo vio el pasar de los años en una persona, si algún niño llegó a ser adulto en él, cuándo dejó de vivir alguien ahí, si disfrutaba de sus habitantes o si hubiera preferido otros, si le gustaba como lo decoraban o lo detestaba. Mas las paredes no hablan, ni las bases de madera, tan sólo puedo mirar esta habitación e imaginar las cosas que pudieron haber pasado, imaginar en mi mente si pudiera contarme qué es todo lo que me diría… Ese derramamiento en la parte izquierda de la pared junto a la enorme grieta me hace sentir el corazón oprimido, con un inexplicable pesar en mí, como si el cuarto llorara por verse tan deplorable y estar tan abandonado con tanto polvo, algunos escombros y esa base de madera. Me pregunto ¿desde cuándo nadie vive aquí y por qué se fueron? Esa pregunta sigue rondando mi cabeza mientras de mis ojos no dejan de salir lágrimas como si me desahogara por esta imagen, como si lo hiciera por su tristeza, aunque sé perfectamente que esas paredes, ese suelo y ese trozo de madera que ya no es parte de un árbol, no sienten nada en absoluto, no tienen sentimientos, ni pensamientos, nada de melancolía, ni tristezas, ni anhelos, ni alegrías, sé perfectamente que no tienen vida pero no puedo evitarlo, no puedo evitar pensar en ello, y siento una estaca atravesándome el corazón y un nudo aprisionándome la garganta cada vez más fuerte. Yo puedo volver a mi vida y tal vez un día deje de recordar este sentimiento sin bases, volver a la normalidad, hacer todo como antes, dejando que el tiempo transcurra su curso y que las cosas sigan como deben ser, con los buenos y malos momentos que acontecen, mientras contemplo hermosos atardeceres y veo salir y ocultarse al sol cada día dándole paso a la luna y a las estrellas cobijando el oscuro cielo, un día dejará de atormentar mi pecho ese sentimiento de soledad por cosas sin vida, estoy seguro que no durará siempre, acaso lo recordaré uno que otro día con una imagen o fotografía parecidas, pero no estará presente siempre en mí el pensamiento del cuarto gris y opaco o al menos eso es lo que yo quiero creer.

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