Mirando ese suelo azul con sus diferentes tonos me trae a la
mente el cielo inmenso y precioso lleno de nubes, y el mar glorioso tan bello
con toda su variedad de animales. Veo esos vidrios rotos con amargura y a esos
escombros, y me pregunto si sería tan fácil limpiar una vida desdichada con
pedazos rotos como lo sería limpiar ese piso barriéndolo y trapeándolo, a veces
nos aferramos tanto al dolor que sólo nos hundimos más y más y nos dejamos caer
hasta llegar a un profundísimo pozo, pensando que no hay escapatoria, sin
salida alguna, dejando de ver las cosas bonitas como tales, dejando de apreciar
esos preciosos detalles y el cariño de las personas que nos quieren, únicamente
recordando las cosas que nos entristecen y envolviéndonos en esa tristeza,
sintiendo una soledad tal como aquel zapato blanco que se encuentra solo en ese
piso sin su otro par, a nadie le sirve nada más un solo zapato ¿o sí?. Ese
zapato blanco que me recuerda a mi madre, viéndola ponerse siempre diferentes y
bonitos zapatos, algunos sencillos, algunos elegantes, algunos impresionantes,
algunos que no eran de mi gusto, algunos altos, algunos curiosos, todos con un
toque especial, diferentes formas y diferentes colores, totalmente
impresionante. Recordando a mi mamá se llena mi corazón de calidez y sin
pensarlo una sonrisa se dibuja en mis labios y recuerdo esos besos cariñosos,
esos abrazos, todos los cuidados, sus preocupaciones por mí, todo su esfuerzo,
sus palabras, sus desencantos por mi culpa y los momentos en los que la
enorgullecí, y al pensar en esa bella mujer viene a mí mi también amado padre
y, aunque sé que no son perfectos, como claro nadie lo es, han dedicado parte
importante de su vida por mi bienestar y el de mis hermanos, puedo decir me han
tratado con un amor increíble, dándome lo mejor que han podido, tratando de que
sea lo mejor para mí, aunque a veces no los he entendido o no he estado de
acuerdo con ellos sé que no lo hacen para molestarme ni causarme agobio sino
porque ellos piensan que es para beneficio mío o para protegerme. Y recuerdo mi
infancia todos mis peluches todo lo que mis padres intentaron darme, todo lo
que me dieron a pesar de las carencias, y siento alegría y tristeza. Hay tantas
cosas hermosas en esta vida, cosas que están a diario e ignoramos, que por ser
cotidiano o normal para nosotros pasamos por alto, como la maravillosa
bendición de ver, de sentir, de oler, de saborear, de oír, de vivir… cosas
maravillosas como tener salud, como no pasar hambre, tener una familia, cosas
preciosas que pocos aprecian como ver el cielo, ver las nubes, ver las
estrellas, ver la luna, ver los amaneceres y atardeceres, ver los árboles y
pájaros volando en el cielo y después posándose sobre ellos, ver que alguien te
sonríe, poder ver a tus personas queridas, sentir una palmada de ánimo, un
abrazo, una caricia, sentir latir tu corazón acelerado, sentir los cambios de
temperatura, sentir el agua mojándote, el suelo en tus pies, sentir tantas
sensaciones, escuchar agradables melodías, oír risas, escuchar palabras de
aliento cuando estás decaído y alguien se preocupa, escuchar como alguien te
platica, saborear una deliciosa comida, comer una nieve, probar algo nuevo,
descubrir tantos sabores, oler el aroma de esa comida o el aroma de alguien en
especial, sentir el aroma de las flores o de una fragancia exquisita. Hay
tantas cosas en este mundo, pero a veces nuestros ojos se nublan y no podemos
ver lo que tenemos enfrente, y nuestro pensamiento se pierde en cosas sin tanto
sentido que nos parecen primordiales, a veces sólo vemos escombros y basura
opacando lo demás, amargando la existencia, viendo sólo los problemas y dejando
de dar gracias por lo que nosotros tenemos que otras personas no tienen y que
quisieran. Yo me he sentido hecha polvo, ahogada en tristeza, sola y llena de
escombros como esa habitación de piso azul, vidrios rotos, escombros y un
zapato blanco, y hubo ocasiones en que deseé no seguir viviendo, drenar la
sangre de mi cuerpo y dejar de respirar, me sentía desdichada por enfermarme
con algo sin cura y que era para toda mi vida, teniendo las restricciones de mi
enfermedad cayendo sobre mí con cosas dolorosas siendo tan sólo una niña,
derramé muchas lágrimas, anhelé otra vida, una con más libertades, con salud,
con cosas lindas, sentía más fuerte mis pesares que las cosas de las que
disfrutaba y que yo no les daba el valor que tenían. Es verdad una enfermedad
es muy dura, pero sigo teniendo todos mis sentidos, tengo mis manos, tengo mis
piernas, tengo todo mi cuerpo completo y tengo a esos extraordinarios padres
que siempre me han cuidado y se han preocupado por mí y tengo otras bellas
personas en mi vida, una enfermedad no es tan grave, no destruye tu vida,
puedes seguir sonriendo, puedes tener gozos y alegrías, puedes tener un amor
que te conforte, personas que te acompañen, amigos que estén a tu lado, cosas
que te sorprendan. Bendito Dios todavía tengo vida, con cosas buenas y malas,
pero aún así puedo sentirlas, detestarlas o disfrutarlas, ver cosas bonitas o
feas, sentir diferentes emociones y sensaciones, encontrar cosas desagradables
o agradables, teniendo tantas bendiciones y oportunidades dándome o no dándome
cuenta. La vida no es tan mala, siempre hay cosas que podrían hacerte sonreír,
piensa un poco en las cosas buenas que te rodean y disfruta tu vida, porque no
sabes cuánto te queda por vivir, haz lo mejor que puedas y si hay escombros y
vidrios rotos en tu suelo siempre puedes barrerlos, pon de prioridad las cosas
buenas y agradece por ellas. Por más difícil y lejano que parezca se puede
salir del pozo, siempre hay alguna mano que te brindará ayuda, y podrás ver
todas las cosas maravillosas que existen, el azul de los azules vibrante que te
reconforta y llena.
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